Kathy Devine/ Septiembre en Residencia Corazón


Mi intención como artista es explorar, reflexionar sobre el intercambio entre nuestra conciencia de del mundo exterior, nuestro entorno cotidiano y el paisaje interno de la psiquis.  Estos lugares interiores son misteriosos y personales.  Desde un punto de vista fenomenológico, cada persona experimenta la realidad desde una perspectiva subjetiva. La conciencia es fluida, individualista, siempre cambiante y se experimenta a través de nuestro sentido de ser, nuestra experiencia de vida encarnada.

En esta muestra, intento reunir el fluido mundo de la conciencia y el mundo inestable de la Física Cuántica.

La Física Cuántica nos invita a transformar nuestra conciencia a través de un universo de realidades extrañas y encantadoras. Accesible a través de la puerta de entrada de las matemáticas, este espléndido mundo inferior de  energía y materia oscura, de agujeros negros, espera captar nuestra atención. La teoría científica no es constante, es también fluida y siempre cambiante.

Invito al público a explorar y reflexionar sobre su interioridad. Imaginar y crear una conexión física y emocional con el mundo efímero y singular de la experiencia vivida y de los que aún resta por vivir y desconocemos. El portal de la materia oscura, la energía oscura y el espacio oscuro que nos espera, donde lo desconocido danza.


 WHERE THE UNKNOWN DANCES

My intention as an artist is to explore and reflect on the interchange between our consciousness of the external world and everyday surroundings and our internal landscape of the psyche.  These interior places of the psyche are mysterious and personal.   From a phenomenological stand point, each person experiences reality from a subjective perspective.  Consciousness is fluid, individualistic, ever changing and is experienced through our sense of being – our embodied lived experience.

In this exhibition I bring together the fluid world of consciousness and the unstable world of Quantum Physics.

Quantum Physics invites us to transform our consciousness through the universe of strange and enchanting realities.  Accessible through the gateway of mathematics this splendid netherworld of dark energy, dark matter and black holes awaits our attention.  Scientific theory is not steady – is it also fluid and ever changing. 

I invite the audience to explore and reflect into their own interiority.  To imagine and create a physical and emotional connection to their personal ephemeral world of the lived experience and what remains unlived and unknown.  The portal of dark matter, dark energy and dark space awaits us – where the unknown dances.

DONDE LO DESCONOCIDO DANZA

Feel the body in the space. Así comenzó la experiencia de la artista en Residencia Corazón. Habitar el espacio, hacerse uno con él, fue el primer paso para la producción.
En un diálogo entre lo que se ve y lo que no, Kathy Devine nos invita a involucrar todos los sentidos. La existencia de múltiples realidades estructura su trabajo: hay tantos mundos distintos como mentes, y cada una de ellas percibirá el exterior desde diferentes perspectivas. Nos adentramos a una atmósfera genuina en la cual nos presenta su proceso de pensamiento. Extiende su mundo interior hacia nosotros para que descubramos el nuestro y nos preguntemos: “¿Cuántos mundos existen además del que creemos real?”, “¿Qué sucede en el agujero negro de la psiquis?”, y si ésta pudiera trasladarse a palabras ¿Qué diría?
La mente es rizomática y fluida, pero siempre se encuentra en contacto con el rígido y lógico mundo de la matemática. La física cuántica capta la atención de la artista, por estudiar la totalidad de las posibilidades de los fenómenos, sosteniendo la premisa de que nada es estático sino que siempre está cambiando. Todo parece ser estable hasta que, con un estruendo, se derrumba, dejándonos por un momento, danzando en lo desconocido.

Pilar Marchiano & Guillermina Poggio (Curadores/Curators)




nadahada/ agosto en Residencia Corazón


Cuerpxs indescifrables


A los pocos días de instalarse en la Residencia, el dúo pegó unos carteles con la frase Cueva de conejitxs / Bunny cave en la puerta que comunica la habitación con la galería del patio interno. Un pavada, un chiste entre convivientes y al mismo tiempo, una acción que no pasó desapercibida para quienes transitaban la casa. Para escribir este texto, que pretende comprender el paso de nadahada por La Plata, vuelvo constantemente a esos detalles porque su recorrido está lleno y permiten plant(e)ar la primera premisa: el trabajo es para ellxs un quehacer cotidiano que avanza sobre la posibilidad de asociación libre así se esté hablando de palabras, personas o materiales.
En este sentido, las obras encierran una provocación que como en el caso de los mencionados carteles hechos a mano en hojas A4, se sostiene por la gracia que produce y se reproduce a medida que se va cayendo en los múltiples sentidos de los que se hacen eco. Explorando cada acepción posible desde la tierna imagen de los animales; la erótica de satén, rayón y rabo de algodón grabada a fuego en el imaginario cultural; el tropezón con el túnel que conduce a la tierra de las maravillas hasta cierta alusión picante a la propia relación que llevan adelante como una incesante aventura. Un vínculo que asume necesariamente las particularidades individualidades - complementarias y antagónicas - pero que hace foco en la atracción que lxs impulsa a fusionarse una y otra vez en una forma común incluso ante los otrxs.
Esas entidades a la que llaman criaturas mutan en la medida que surgen nuevas necesidades y deseos. Se confeccionan a partir de elementos que trasladan con ellxs en valijas que exceden el peso admitido en los aeropuertos y, en algunos casos, conservan aún la forma de alguna obra publicada en su blog. Pero no para exhibirla porque esa es otra clave de su producción: no hay una forma concluyente a conservar y cada prenda es un posible disparador para la próxima. De hecho, durante la performance que realizaron en la galería club CÖSMIKO, sólo recurrieron a las máscaras como una referencia dentro de un conjunto de textiles nuevos que cosieron hasta el día anterior según dejan constancia en su diario visual.
Durante la acción, la criatura blanca se desplazó sinuosa hasta el centro de la escena sin importar que por el movimiento se vieran las piernas o brazos ocupados en imprimir distintas dinámicas al textil. Cuando finalmente abandonaron la tela en el piso, improvisaron una coreografía al ritmo de una música medio vodevil que se volvió en el tiempo cada vez más inquietante en tanto no redunda en acumulación. No hay demostración de una pericia técnica o un predecible in crescendo, simplemente permanecen poniéndole el cuerpo a un juego entre ellxs frente a la mirada del resto.
El maillot blanco cavado profundo, la tanga roja tipo hilo dental, las medias can can rotas y el corpiño con tela peluche (por dar algunos ejemplos) explicitan un erotismo de fantasía que desafía las agencias disponibles dentro del circuito donde decidieron inscribir la obra y de cierta estética asociada al compromiso activista que sí subrayan en su comunicado. En la performance van más allá, apostando a una experiencia sensible estratégicamente opaca y humorística que se retroalimenta de los estereotipos de propios y ajenos para ofrecerles resistencia.
Las pruebas corporales - malabares con pelotas pechos y atajadas con una vagina de tela - rompen la situación de striptease con una dulzura radical que expresa la singularidad de nadahada. Pero justamente en la media que no se zafan, al permanecer en el riesgo de la prueba constante, convierten cada postura sencilla en la más inadecuada e incorrecta. Al punto que uno termina por preguntarse cuándo fue que cayó en la intimidad de la madriguera donde habitan estas criaturas extrañas.


Daniela Camezzana

- ¿De dónde son?
- Es complicado.


Ese fue el primer intercambio con nadahada.


La pregunta por el origen siempre es complicada. ¿Quién puede, acaso, definir una única coordenada espacio/temporal originaria? Sin embargo, cedemos ante la convención y la respondemos sin mayores rodeos: soy de tal lado. Con esa respuesta nos atribuimos una identidad que nos vuelve legibles para nuestro interlocutor; identidad y legibilidad que aplacan la ansiedad que generan las preguntas existenciales.
No dar respuesta, escapar a esa convención, nos otorga libertad de acción porque no nos limita a una identidad fija; pero a la vez nos vuelve opacxs y nos quita legibilidad poniendo en riesgo la relación con el/la otrx, si esx otrx no está dispuestx a sostener la incomodidad que genera la pregunta no respondida -o, mejor dicho, la respuesta no concluyente.


nadahada procede de esta manera con su producción artística y lo explicita en su comunicado (texto que funciona a modo de manifiesto): no da respuestas tranquilizantes. Por el contrario, encontrarnos con su trabajo -que es  también encontrarnos con su(s) cuerpo(s)- implica el esfuerzo de atravesar la ansiedad que genera lo intraducible y desjerarquizado. El proceso creativo es no-aritmético, es decir, el todo no es la suma de las partes; ellas pueden ser reconocibles en su individualidad, pero puestas en diálogo generan una entidad nueva y extraña que supera la mera conjugación de elementos. Esto aplica para cada una de sus producciones en particular y también para el conjunto de su trabajo en general, la variedad está tanto en el eclecticismo de los materiales utilizados como en la amplitud de técnicas y lenguajes que emplean.


Conocimiento suele identificarse de manera unívoca con conocimiento racional, aquel que se articula y estructura a partir del lenguaje verbal. Para conocer en ese sentido, el uso de categorías es imprescindible. Pero ¿cómo hacemos para enfrentarnos con aquello que no podemos poner en palabras y cuya existencia nos desafía reclamando nuevos modos de comprender que no sean desde la transparencia categorial? El trabajo de nadahada nos presenta este desafío y nos recuerda que el arte es, también, una forma de conocimiento.


Lucía Gentile

Reseñas de la performance “Una mezcla queer de materia vibrante” del colectivo Nadahada: Juliana luchkiw (NY, USA, 1991) & María Paz Valenzuela (Chile, 1994).
Equipo curatorial: Lucía Gentile & Daniela Camezzana