El cuerpo de los cisnes
Si bien fue la suavidad del
ballet que inicialmente me atrajo al Lago
de los cisnescomo proyecto fotográfico, fue su dureza que me hizo regresar.
En esta existe una dualidad. Por un lado esta la delicadeza del baile en sí:
movimientos coordinados, disfraces elaborados, las bailarinas siempre de
puntas, las manos alzadas, un cuerpo de baile que se mueve en conjunto, ni una
gota de dolor o cansancio visible en sus caras. Y por el otro lado, el
backstage. En él vemos el esfuerzo, el sudor, la espera y la expectativa de un
deporte que, por más delicado se vea en el escenario, requiere de una vida dura
y competitiva para aquellos que deciden dedicarse a ello. Para lograr esa
suavidad que vemos como espectadores, para que los cuerpos de los cisnes se
contorsionen de esas maneras imposibles, hay semanas, meses, años de
dedicación, moldeando sus cuerpos desde niños para doblarse de maneras extremas,de
tal forma que a la misma vez parezca que así debería doblarse el cuerpo naturalmente.
Detrás de toda esa belleza armada, cubierta en tulle y brillo, una puesta en
escena etérea, se esconde el sudor y caos humano, la tierra del trabajo
acumulada debajo de una uña pintada. El cuerpo de los cisnes es un
descubrimiento personal, una realización que hasta para las cosas más
delicadas, suaves y hermosas existe una historia detrás llena de dureza,
perseverancia, competencia y ciega dedicación.