心之所向,身之所往
A donde tu
corazón va, el cuerpo lo sigue.
Para
mí, ese fue el momento mágico.
Cuando
estaba en la secundaria, solía ir a una clase de escritura todos los jueves
después de la escuela. A diferencia de otras clases ordinarias y aburridas, el
profesor no se enfocaba en enseñarnos gramática, estrategia retórica o
vocabularios lujosos. En cambio, solía compartir con nosotros sus viajes a
otros países y experiencias como viajero. Utilizaba palabras poéticas para
describir la vasta, áspera y hermosa tierra del Tíbet y le pedía al estudiante
que cerrara los ojos y comenzara a imaginar. En mi imaginación, las palabras
que decía se convirtieron en una melodía e ilustraron un mundo que nunca antes
había experimentado. Era la primera vez que estaba profundamente agradecida por
ser capaz de entender el lenguaje y el poder que las palabras podían ofrecer.
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For me,
that was the magical moment.
When I was
in middle school, I used to go to this writing class every Thursday after
school. Unlike other ordinary boring classes, the teacher did not focus on
teaching us grammar, rhetorical strategy or fancy vocabularies. Instead, he
often shared with us his journeys to other countries, and his experiences as a
traveler. He used poetic words to depict the vast and ruggedly beautiful land of Tibet
and asked the student to close their eyes, and start imagining. In my
imagination, the words he spoke turned into a melody and illustrated a world
that I have never experienced before. It was the first time I was profoundly
grateful for being able to understand the language, and the power that words
could deliver.
¿Qué ganamos y qué perdemos a la
hora de trasladar nuestras expresiones, emociones y gestos a otro idioma? Esta
inquietud, en un mundo digitalizado en donde las pantallas son las mediadoras
de muchas de las relaciones humanas, ha permitido la producción de imágenes a
partir de íconos básicos, comunes a diversos idiomas. Los emojis se han convertido en una categoría
contemporánea de la lengua y de la construcción de relaciones alrededor del
mundo, involucrando a las nuevas generaciones en una construcción más visual del lenguaje.
Esta problemática atraviesa la obra
de Natalie Hou, quien pretende de forma divertida y cercana abordar la
simplificación de imágenes desde los emojis que
construye a partir de los tres idiomas que domina: Inglés, Chino y Japonés. Con
esta yuxtaposición de signos busca presentarnos obras simples y a la vez
densas, cargadas de significados, que abordan la inquietud de la traducción
desde lo más cercano, aquello que el corazón nos dice y el cuerpo puede seguir.
Su
estancia en Residencia Corazón, ha producido
en Natalie Hou un cambio de perspectiva, tanto a nivel de producción,
como de exhibición ya que ha liberado el control habitual de su actividad a un
proceso más abierto y versátil; en palabras de la artista, “un proceso que se
resumiría en: pasar del blanco y negro al color sobresaturado”. Un desarrollo
en donde explora la ampliación de sus nociones de color y espacio, entrelazadas
con un cambio emocional y procesual. La artista ofrece al público una obra de
sitio específico, compuesta de una instalación multimedia en donde la
escultura, la serigrafía, el vídeo y una ambientación trabajada desde la luz y
el sonido, procuran generar una sensación de continuidad o “flow” en los
espectadores, transformando el espacio de exhibición en una fiesta donde
se conjugan el humor y la virtualidad.
Patricia Martínez Castillo & MaríaEugenia Bifaretti (Curadoras/ Curators)