El
trabajo de Paulina Videla siempre aborda el carácter testimonial de las cosas,
el relato contenido en la materialidad, sean superficies construidas o
naturales, sean espacios interiores o exteriores. Principalmente retoma los
escenarios que evidencian algún problema, debido a condiciones ambientales,
huellas de humedad o situaciones accidentales, como incendios o el rastro de un
contexto sociocultural, como es la producción del grafiti.
El
llamado casco histórico tanto en Chile como en La Plata se han constituido como un aliciente para la
artista al presentar escenarios donde el espacio arquitectónico construido
convive con lo vegetal y un contexto sociocultural que lo graba; rastro,
huella, historia, registro son sólo algunas de las palabras que abordan alguna
dimensión de lo observado.
En las
obras anteriores la complicidad con lo observado se materializa mediante el papel, el troquel y la pintura, aquí el
hecho pictórico residía 50% en lo manual
y 50% de la pintura, donde la huella - mancha y textura fueron trasladadas y
recombinadas en una superficie, ampliando el espectro estético de sus formas.
Troquel
Tropicalia trata
de una propuesta completamente manual, que aborda el género pictórico y el
tópico antes mencionado, a través de una mímica, si se quiere, realizada por un
pliego de papel. La obra es de esta forma compuesta en una sola pieza, como una
gran superficie muda y monocroma.
Nota: Del único
elemento que la artista no se hace responsable en esta muestra es la de la
materialidad pasajera de la sombra, ecuación resultante de la fuente de luz y
del cuerpo que la obstruye.
Troquel Tropicalia
Entre agosto y septiembre de 2018
Paulina Videla desarrolló durante su estancia en Residencia Corazón un proyecto
que investiga las posibilidades del papel como material, soporte y cuerpo de lo
pictórico. Hacer una residencia es una manera de viajar a través del espacio
geográfico y a la vez, hacia adentro. Suena contradictorio, pero hay un
movimiento de doble faz entre el desplazamiento y el repliegue que implica
concentrar la atención en el propio trabajo.
En su última muestra individual
"Superficies", Paulina Videla trabajó sobre papel de grandes
dimensiones. En general abstractas, sus pinturas invitan a observar el
comportamiento de los elementos del lenguaje visual como la textura del
pigmento que cae en forma de lluvia sobre el papel cuando la aplica con
aerógrafo, generando manchas que recorta por medio de plantillas y stencils. Su
trabajo desarrolla una poética de la superposición, entre el traslapo y la
transparencia, como en un juego de encastres entre llenos y vacíos. En una
oportunidad, el plegado de uno de esos grandes pliegos de papel mural dió como
resultado una pieza de arquitectura ficticia: una columna artificial. La
mímesis escenográfica disfraza el papel de muro, engañando al ojo. De esas
trasposiciones, camuflajes y tránsitos del plano al volumen se nutre el trabajo
de Paulina Videla.
Durante varios años ha realizado
proyectos de intervención urbana y pintura mural de fachadas e interiores de
edificios. Su interés por la arquitectura reside en su cualidad de reservorio
material de la historia, en la superficie de las construcciones suele encontrar testimonio, marcas y signos de distintos acontecimientos y tiempos históricos.
Como parte de sus exploraciones en la ciudad de La Plata, sus recorridos fueron
insumo para seleccionar motivos, patrones, pequeñas escenas de interacción de
formas, luz y texturas. Como en búsqueda de "lo pictórico encontrado"
esta muestra orbita en torno al abordaje de las problemáticas de la pintura por
otros medios.
Doblar, plegar, deshojar,
desgajar.
En esta exposición Paulina Videla
concentró su atención en el papel y el cartón como materiales de base. Elaboró
una serie de piezas de escala mediana, en las que explora la producción de
formas a través del corte y el silueteado. Sus "paisajes" desbordan
los límites del campo, especialmente cuando la superficie de soporte se vuelve
sobre sí misma para adquirir volumen. En una operación que recuerda el gesto de
Lucio Fontana, que rompe con el soporte pictórico tradicional a partir de una
hendidura en el lienzo que cancela la tradición representativa. Sin embargo,
cuando Paulina Videla corta el papel y deja caer sus gajos, devela detrás una
nueva capa, y otra, sin que pueda advertirse del todo donde comienza y dónde
termina el espacio plástico. Del soporte pictórico tradicional, PV rescata el
la función del marco, que mientras remite a la vieja metáfora del cuadro como
ventana, se ve excedido y desbordado por las formas que de él brotan en proyección ilusoria hacia el fondo y hacia el espacio exterior. Así como sus
"paisajes" trastocan las convenciones del género, las operaciones que
realiza la artista exploran los efectos pictóricos por otras vías.
La forma va del plano al volumen
por sucesivos dobleces en línea recta o por la curvatura suave que ejerce la
caída de su propio peso. Pero mientras se evidencia la potencia del papel de
vencer su delgadez y ocupar el espacio, su manipulación tiene un límite: el
recorte debilita el material. Como contrapartida, las líneas que dibuja el
calado se multiplican. La forma, el hueco que deja en el papel, la sombra que
proyecta en la pared, generan un juego de ritmos, ecos y reiteraciones. Entre
las capas y el muro, un arco de valores y texturas producen vibrantes efectos
ópticos, como en un caleidoscopio.
Si como señalaba Anni Albers el
material puede ser pensado como metáfora, en Troquel tropicalia Paulina
Videla juega con la idea de marco y límite. La cualidad poética y sensible de
estos trabajos, quizás nos permita reflexionar sobre la tensión entre nuestra
necesidad de encuadre-estructura-sostén y la fragilidad de las infraestructuras que supimos construir (urbanas, edilicias,
políticas, de pensamiento, escritura de la historia, etc.). Entre la
ilusión pictórica y el engaño al ojo, en las superficies de los muros de las
ciudades del sur con su urbanismo otrora planificado, en permanente lucha con
la proliferación caótica y la entropía, los trabajos de Paulina Videla nos
invitan a encontrar en el lenguaje plástico una poética que trastoque la
precariedad en potencia.
Lic. Lucía Savloff/ Curadora