Podríamos convenir que la tarea de la Traducción corresponde al trabajo artístico e intelectual. No estamos hablando de transposición textual, sino de la construcción de lo común mediante la traductibilidad de las experiencias. El arte establece conexiones entre individuos diferentes mediante una comunicación abierta; escapa a lo meramente lingüístico. En este sentido, el trabajo creativo permite la creación de espacios de entendimiento.
Esta exhibición es el resultado de una Traducción artística de un momento específico de la historia de Argentina e implica inevitablemente el vertido de las experiencias del creador y del espectador en las piezas que componen el recorrido. Tal vez este acto, junto a otros muchos intentos de comunicación compartida, nos aproxima a la posibilidad de un cambio.
Asumimos nuestras limitaciones a la hora de tratar la temática concreta de la muestra, pues los resultados prácticos parten de la visión de un extranjero. Sin embargo, esta exposición es menos un simple registro de la manifestación que se generó en la Plaza de Mayo el 2 de septiembre como reacción al intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner que un fragmento de algo más grande. Esto es, aquí, la representación de una protesta concreta funciona como un punto en una potencial red de movimientos que, aunque no estén estrechamente vinculados, pueden asociarse en un futuro.
Para determinarnos políticamente debemos tomar partido y actuar en relación a fuerzas e intereses: necesitamos la exclusión y la elección. No obstante, la construcción del sujeto político no tendría por qué suprimir la identidad individual en un Pueblo, una Nación o un Proyecto con mayúsculas. ¿Es posible vincular las luchas anti sistémicas globales a través de nuestras propias diferencias? Si la respuesta es afirmativa, aceptemos las confrontaciones, lo no-traducible y las disparidades; expongámonos al cambio constante, a la conexión y a la desconexión; abramos lugares de comunicación; traspasemos las fronteras físicas y cognitivas; pensemos en una fusión separatista.
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Una brisa suave para acariciar banderas y un sol inmenso, después de la gran tormenta, la plaza se viste para recibir a su gente. Entrando por Balcarce suena de bombos, de gestos de calor, de abrazo, de tristeza y de energía.
Un escenario en construcción, cañas enrolladas, familias con banderas y columnas de agrupaciones que van llegando. Todavía se puede recorrer y guardar imágenes en las memorias, al mismo tiempo que las preguntas traslucen respuestas.
Con la confección de una nueva cartografía de viajes, que culminan en su tesis doctoral, Diego desde su pequeña ciudad de Ferrol, norte de España, llega a Buenos Aires pocas horas antes del intento de magnicidio a la figura vicepresidencial. Este suceso le otorga un carácter único a su hoja de ruta.
La globalización y sus consecuencias son elementos de la partida, donde la gente parece quedar afuera. Diego fija su mirada sensible y crítica en este proceso.
De transitar plazas de rostros serios, preocupados y sin empatía a encontrar en estas latitudes, una gran masa casi en un mismo acorde y con la palabra colectiva en alto, hecha bandera.
Desde muy joven, el comics lo acercó a la figuración y definitivamente a la elección de su camino artístico.
Propone al óleo transitar la abstracción con mucha carga y suaves cruces, esos que también alimentan a la figuración, de rica paleta y con un alto grado de detalle, poniendo lo general y lo particular en una misma condición.
…Y la pintura no seca, sigue viva ahí por haber sido reciente, como la plaza, al otro día de la gran tormenta.
Arq. Gustavo Pérez/ Curador
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