Leticia Morgan/ Leía esas letras como si fueran rastros/ Abr & May 2025

 








La exposición reúne un conjunto de obras desarrolladas durante mi residencia artística en La Plata, Argentina. Las obras proponen un intercambio: un poco de lo que la ciudad me ha dado, es devuelto a ella.

Todo comienza siempre con un recorrido.

Miré un saco de entulhos y me encantó su nombre en español: bolsa de escombros. Intenté explicarme qué significaba gambiarra (chapuza?) y encontré muchas palabras parecidas con distintos significados.

Me pareció curioso que una ciudad planeada tuviera veredas rotas al milímetro y me interesé por sus formas. Recogiendo una serie de fragmentos tirados por ahí, descubrí que «baldosas» es quizá el mejor nombre para los tesoros sobrantes que encuentro en la calle.

Con una mirada extranjera sobre la ciudad, propongo pequeños desplazamientos - letras esparcidas por las calles, objetos sin función, cartografía de baches y la invención de un nuevo paisaje. Las obras buscan presentar a quienes viven en La Plata una visión diferente de la ciudad.

En definitiva, yo también quería tener un perímetro, dentro de este cuadrado que es La Plata, para llamarlo mío y hacerlo mi lugar.A exposição reúne um conjunto de trabalhos desenvolvidos durante minha residência artística em La Plata, Argentina. As obras propõe uma troca: um pouco do que a cidade me deu, devolvido a ela

Tudo sempre começa com caminhadas.

Olhei para um saco de entulhos e me encantei por seu nome em espanhol: bolsa de escombros. Tentei explicar o que significava gambiarra e encontrei muitas palavras parecidas com significados distintos. Achei curioso uma cidade planejada ter calçadas milimetricamente quebradas e interessei-me por suas formas. Coletando uma série de pedaços de calçadas fragmentadas e soltas ao léu, descobri que baldosas talvez seja o melhor nome para designar os restos-tesouros que encontro na rua.

Com um olhar estrangeiro sobre a cidade, proponho pequenos deslocamentos — letras espalhadas nas ruas, objetos sem função, mapeamento de buracos e a invenção de uma nova paisagem. Os trabalhos procuram apresentar aos que vivem em La Plata um olhar diferente sobre a cidade.

Enfim, também tive o desejo de ter um perímetro, dentro desse quadrado que é La Plata, para chamar de meu e fazer dele meu lugar.

 READ THOSE LETTERS AS IF THEY WERE TRACES

The exhibition brings together a group of works developed during my artistic residency in La Plata, Argentina. The works propose an exchange: a little of what the city has given me, is returned to it.

Everything always begins with a journey.

I looked at a bag of entulhos and I loved its name in Spanish: bolsa de escombros. I tried to explain to myself what gambiarra (shoddy?) meant and found many similar words with different meanings.

I found it curious that a planned city had sidewalks broken to the millimeter and I became interested in their shapes. Picking up a number of fragments lying around, I discovered that “baldosas” is perhaps the best name for the leftover treasures I find on the street.

With a foreign look on the city, I propose small displacements - letters scattered on the streets, objects without function, mapping of potholes and the invention of a new landscape. The works seek to present to those who live in La Plata a different vision of the city.

Ultimately, I also wanted to have a perimeter, within this square that is La Plata, to call it mine and make it my spot.

Cuántas veces recorremos a pie las calles en automático, con la inercia de la rutina acrecentada por la familiaridad de sus barrios. La Plata se despliega como un trazado urbano preciso: patrones que se reiteran, formas que se replican, se espejan, diagonales que la cruzan de punta a punta. En una caminata más atenta, se empieza a percibir aquello que escapa a esa norma. Leticia deja caer la mirada al suelo y sus paseos se tornan irregulares al tratar de esquivar esos restos dispersos de la huella del tiempo. Cúmulos, retazos de aquello que alguna vez fue pavimento, casa, o bien todos esos materiales que proyectan armarla o repararla. Devenir asfalto, vereda. Construir el suelo que nos sostiene.

Leticia Morgan trae desde Sao Paulo su proyecto Pedestre que documenta esas instancias que se alojan entre la edificación y el derrumbe, residuos de lo que está por erigirse, cortes abruptos del tránsito, momentos pausados ante la intermitencia de los tiempos de construcción. Ante sus ojos, todo se presenta como una gran exhibición a cielo abierto, llena de objet trouvés e instalaciones callejeras espontáneas que incomodan y bloquean el paso. Su proceso creativo hace un recorrido al igual que su flâneur: una caminata que se repite en la zona aledaña a la residencia, cantidad de imágenes que saca con su celular, recolección de baldosas y fragmentos que encuentra sin buscar. Unas bolsas de escombros que esconden caminos bifurcados de un idioma similar.

Entre pinturas y dibujos de tantos huecos en las veredas, de los llenos y los vacíos, se delinean esas formas geométricas que entraman un mapa de lo roto. Rastros que se hilan en un paisaje urbano del desorden. Susurros de múltiples lenguas que habitan subterráneas van dejando pistas en rojo, zigzagueos del lenguaje. Letras como indicios de que hay algo por descubrir si quebramos nuestra rutina.

Simbólicamente, la ciudad de La Plata habita en una baldosa. Sostenerla entre las manos posibilita escuchar su memoria y observarla con profunda extrañeza, como si nunca antes hubiéramos visto un pedazo de piedra, de ciudad, nos permite conectar con otro tiempo para poder mirar más allá de las formas.


Quantas vezes percorremos as ruas de forma automática, com a inércia aumentada pela familiaridade dos seus bairros. La Plata se revela com um traçado urbano preciso: padrões que são reiterados, formas que são replicadas e espelhadas, diagonais que a atravessam de ponta a ponta. Num passeio mais atento, começa-se a perceber o que foge a essa norma. Letícia deixa o olhar cair no chão e o seu caminhar torna-se irregular, tentando evitar os restos dispersos dos vestígios do tempo. Pedaços, restos do que um dia foi calçada, casa, ou todos os materiais que se projetam para montá-la ou repará-la. Tornar-se asfalto ou calçada para construir o chão que nos sustenta.

Letícia Morgan traz de São Paulo seu projeto Pedestre, que documenta os instantes que se alojam entre a construção e o desabamento, resíduos do que está prestes a ser erguido, cortes abruptos no trânsito, momentos pausados diante da intermitência dos tempos de construção. Perante os seus olhos, tudo se apresenta como uma grande exposição ao ar livre, repleta de objet trouvés e instalações de rua espontâneas que atrapalham e bloqueiam o caminho. O seu processo criativo segue o mesmo percurso do seu flâneur: um passeio que se repete nos arredores da residência, uma série de imagens que tira com o seu celular, recolhendo pedaços de calçada e fragmentos que encontra sem os procurar. Alguns sacos de entulho que escondem caminhos bifurcados de um idioma semelhante.

Entre pinturas e desenhos de buracos nos passeios, dos cheios e dos vazios, delineiam-se estas formas geométricas que tecem um mapa do quebrado. Rastros que são feitos em uma paisagem urbana desordenada. Sussurros de múltiplos idiomas que vivem no subsolo deixam pistas em vermelho e ziguezagues de linguagem. Letras como sinais de que há algo a descobrir se quebrarmos a nossa rotina.

Simbolicamente, a cidade de La Plata habita um ladrilho de calçada. Ao segurá-lo em nossas mãos, é possível ouvir sua memória e observá-lo com profunda estranheza, como se nunca tivéssemos visto um pedaço de pedra antes. Um pedaço de cidade nos permite conectar com outro tempo para poder olhar além das formas.

 Lucrecia Gimenez/ Curadora

 

Jay Lee/ Hacer un bosque- Making a forest/ Feb & Mar 2025

 














Hacer un Bosque es una exploración del lugar, la memoria y la pertenencia, redescubriéndome a mí misma a través de plantas locales y universales mientras re imagino los mapas cuadriculados de La Plata. Utilizando tintes naturales, impresión botánica, materiales orgánicos recolectados y acero, he construido un bosque que conecta dos paisajes—La Plata y Seúl—donde la desorientación se convierte en un camino hacia la conexión. Vivir y crear en una espaciosa residencia aquí ha sido un viaje de encuentros fortuitos, descubriendo, reuniendo y escuchando los sutiles ritmos de este lugar. Paseando por sus calles planificadas y parques, he recogido flores, hojas y ramas caídas, archivando sus formas, sonidos y colores. Al conocer Argentina por primera vez, me fascinaron el palo borracho, el falso cafeto, la araucaria y el aguaribay, especies ausentes en Seúl. Sin embargo, en medio de este paisaje desconocido, también me encontré con ecos inesperados de mi hogar. Los plátanos bordean las calles tanto de La Plata como de Seúl, y el romero crece en el jardín de la residencia igual que en casa. El pigmento de tierra roja de Misiones me recuerda al suelo rico en hierro de la isla de Jeju, en Corea del Sur, donde también crecen naranjas amargas y hierba mora, al igual que en las calles de La Plata. En estos momentos, lo familiar y lo extranjero se fusionan. Sus colores se transfieren a lienzos y papeles de gasa, uniéndose para formar un bosque de recuerdos en capas. El mapa cuadrado de La Plata se transforma en una re imaginación escultórica del hogar. Una pieza gemela está construida con materiales naturales—papel maché impregnado de palo borracho, arcilla y elementos orgánicos—, reflejando cómo la memoria y el paisaje son moldeados por el tacto, la decadencia y el tiempo. La otra, en metal, refleja la naturaleza estructurada e industrial de los espacios urbanos. Juntas, estas obras exploran el acto de mapear, des -mapear y re-mapear. Mi viaje a El Calafate y a los glaciares añadió otra capa. Al congelar tintes naturales en cubitos de hielo que se derriten sobre el lienzo, encontré una forma de procesar mi doble experiencia de los paisajes urbanos y naturales en Argentina—fusionando las formas de los glaciares con los colores de La Plata, sus huellas disolviéndose en una sola. En las calles estructuradas de La Plata, me pierdo. Pero me encanta perderme. En la desorientación, surgen nuevos caminos. Los senderos se entrelazan, se separan y conducen hacia un hogar boscoso, re imaginado. 

MAKING A FOREST

My work is inspired by 19thIs an exploration of place, memory, and belonging—rediscovering myself through local and universal plants while reimagining the grid-like maps of La Plata. Using natural dyes, eco-printing, found organic materials, and steel, I have built a forest that bridges two landscapes—La Plata and Seoul—where disorientation becomes a path to connection.Living and creating in a spacious art residency here has been a journey of serendipitous encounters—discovering, gathering, and listening to the subtle rhythms of this place. Walking through its gridded streets and parks, I collected fallen flowers, leaves, and branches, archiving their forms, sounds, and colors. Encountering Argentina for the first time, I became fascinated by silk floss trees (palo borracho), false coffee trees (falso cafeto), monkey puzzle trees (araucaria), and false pepper trees (aguaribay)—species absent in Seoul. Yet, amidst this unfamiliar landscape, I also stumbled upon unexpected echoes of home. Sycamore trees (plátano) line the streets of both La Plata and Seoul, and rosemary (romero) thrives in the residency garden just as it does back home.The red earth pigment from Misiones recalls the iron-rich soil of Jeju Island in South Korea, where bitter oranges (naranja amarga) and black nightshade (hierba mora) also grow, just as they do along the streets of La Plata. In these moments, the familiar and the foreign merge. Their colors are transferred onto canvases and chiffon papers, coming together to form a forest of layered memories.The grid-like map of La Plata transforms into a sculptural reimagination of home. One twin piece is built with natural materials—paper maché infused with silk floss trees (palo borracho), clay, and organic elements, reflecting how memory and landscape are shaped by touch, decay, and time. The other, in steel, mirrors the structured, industrial nature of urban spaces. Together, these works explore the act of mapping, unmapping, and remapping. My trip to El Calafate and the glaciers added another layer. By freezing plant-based dye into melting ice cubes on canvas, I found a way to process my dual experiences of urban and natural landscapes in Argentina—merging the forms of the glaciers with the colors of La Plata, their traces dissolving into one. Even within La Plata’s structured streets, I find myself getting lost. But I love being lost. In disorientation, new paths emerge. Roads intertwine, separate, and lead toward a forested home, reimagined.

jay.art.making

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Un bosque imaginado traído hasta acá: ramas que son árboles y árboles que se agrupan de a cinco. ¿Cúal es el sonido de este bosque?

¿Cómo se ven los colores que tiene? Telas teñidas con las hojas y las flores de ese lugar

¿Cómo son cuándo las tocás?

Afuera, sombras que arman los árboles y las hojas en el sol.

El plátano está luminoso. Las sombras son del árbol y los pájaros que vuelan alrededor.

El palo borracho tiene hojas rosas pero en la tela se ven verdes. El plátano, verdes y en la tela se ven marrones.

¿Dónde se arma ese lugar? Lo que se arma es el efecto de un recuerdo.

Algo del recuerdo se mezcla con algo imaginado, como instantáneas sumadas y mezcladas en la memoria.

 Un bosque se compone en este espacio, un bosque imaginado.

Lugares que se vuelven paisajes. Paisajes que se vuelven casa en la versión acústica de un viaje.

Lo que se escucha es el límite donde se junta lo que es pero también lo que puede ser. Algo del recuerdo se mezcla con algo que todavía no pasó.

Un pedazo de bosque también es el bosque.


An imagined forest brought here: branches that are trees and trees that are grouped in groups of five. What is the sound of this forest?

What do its colors look like? Fabrics dyed with the leaves and flowers of this place.

What do they look like when you touch them?

Outside, shadows cast by trees and leaves in the sun.

The banana tree is bright. The shadows are from the tree and the birds flying around.

The palo borracho has pink leaves but on the canvas they look green. The banana tree has green leaves and on the canvas they look brown.

Where is this place put together? What is put together is the effect of a memory.

Something from the memory is mixed with something imagined, like snapshots added and mixed in the memory.

A forest is composed in this space, an imagined forest.

Places that become landscapes. Landscapes that become home in the acoustic version of a journey.

What is heard is the limit where what is, but also what can be, comes together. Something of the memory mixes with something that has not yet happened.

A piece of forest is also the forest.

                                                                                                                                     Anush Katchadjian/ Curator