Dies iræ, dies illa,
Solvet sæc’lum in favílla:
Teste David cum Sibylla.
- Palabras
citadas de la Secuencia de la Misa de las
Almas
El propósito de la vida es morir (una buena muerte). Porque polvo eres y al polvo volverás (Gn 3: 19). Es importante, por lo tanto, recordar siempre nuestra Muerte y ser conscientes de la Marca que habremos dejado en esta Tierra antes de su Hora. Y es por esta razón que he regresado a la casa de mi padre (Lucas 15: 11-32), cortándome el pelo, poniéndome la ropa adecuada, y creando este nuevo cuerpo de obras, aquí en La Plata; para poder comenzar a reparar ese Escándalo, que forjé sobre Canadá y sobre el Mundo, habiendo tallado mi propia carne en un simulacro de Venus.
Perdóname, Padre, porque he pecado. He abandonado mi vocación y me he dejado llevar por mis delirios, y la Consecuencia es que todas esas ovejas a las que debería haber llevado a pastar, están ahora destrozadas y desamparadas mientras la nación de Canadá degenera en un abismo de autoindulgencia.
Estas
nuevas obras son mementōte mori, una
vuelta a la tradición en consonancia con el regreso a la casa de mi padre. Los
objetos de significación han sido situados dentro de la parrilla, o dentro de
la cripta, o incluso dentro del propio espacio de la galería, re-presentados al
espectador como una crítica a nuestra Cultura de la Muerte y a nuestra Cultura
del Desecho, recordándonos esa Hora que viene. Porque el camino del arte es el
camino de la cultura. Y así, nosotros, como Artistas, tenemos la responsabilidad
en esta Hora, de aplastar el falso ídolo de la Iconoclasia, adorado como ha
sido dentro de nuestros Templos de las Musas, y volver a la hermosa creación de
objetos de los abuelos de nuestros abuelos, no sea que estas Culturas de la
Muerte y del Desecho progresen más hacia nuestra condenación eterna. Todos
somos Cartoneros. Por favor, hagamos
cada uno en adelante sólo Obras y nunca Basura, Armas de Paz y nunca de Caos.
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The purpose of life is to die (a good death). For dust thou art, and to dust thou shalt return (Gen 3: 19). It is important, therefore, to always remember our Death and to be cognisant of the Mark that we shall have left upon this Earth before her Hour. And it is for this reason that I have returned to my father’s house (Luke 15: 11-32), cutting off my hair, putting on the proper clothes, and creating this new body of work, here in La Plata; that I might begin to make amends for that Scandal, which I had wrought upon Canada and upon the World, having carved mine own flesh into a simulacrum of Venus.
Forgive me, Father, for I have sinned. I had forsaken my calling and have indulged in my delusions, and the Consequence is that all those sheep whom I ought to have led to pasture, are now mayhemed and helpless as the nation of Canada degenerates into an abyss of self-indulgence.
These new works are mementōte mori, a return to tradition in keeping with a return to my father’s house. Objects of significance have been situated within the barbecue (parilla), or within the crypt, or even within the gallery-space itself, re-presented to the Viewer as a critique of our Culture of Death and our Culture of Disposal, reminding us of that Hour to come. For the Way of Art is the Way of Culture. And thus, we, as Artists, have a responsibility in this Hour, to smash the false idol of Iconoclasm, worshipped as it has been within our Temples of the Muses, and to return to the beautiful object-making of our grandfathers’ grandfathers, lest these Cultures of Death and Disposal do progress any further towards our eternal damnation. We are all Cartoneros. Please, let us each make thenceforth only Works and never Garbage, Arms of Peace and never of Mayhem.
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El mundo se disuelve en cenizas puede ser entendida como la evocación de este estado sagrado. Y así como el polvo y las cenizas son restos, aquí las obras son como esquirlas que parecen recordar este estado de fragilidad de la existencia en el que trastabilla toda fijeza: de las formas conocidas, de un nombre, de lo dado, de lo visto y lo oido. Un estado de luto. Un abandono -que no es un olvido-, de las formas adoptadas, en un ser y estar abierto al devenir.
Balthasar Brooklynensis recupera la tradición como quien recoge las astillas del pasado de las que está hecho nuestro presente. En estas naturalezas muertas, esta vida quieta dialoga con el canon de los grandes maestros barrocos desde nuestro presente. Aquí, un conjunto de productos de consumo, enseres domésticos y utilitario, pero también objetos de la práctica artística se disponen en este emblema de la masculinidad argentina que es la parrilla. Un frasco de mermelada de durazno, una cámara fotográfica, un jabón, perturban la mirada ante la memoria contenida en estos materiales, como cadáveres en descomposición de nuestro pasado reciente.
En la obra de Balthasar insiste una pregunta por la paradoja de estar entre la descomposición y la composición, metamorfoseo de la materia de uno a otro estado que es cualidad de todo lo viviente. Hay más una apuesta por el misterio, el delirio y el éxtasis, como entrega hacia lo desconocido y lo impredecible.
Para quien ha padecido el destierro y el desalojo, a quien le ha sido negado el derecho a la opacidad, inventarse un nombre, imaginar los antepasados, es apenas la invención de una posibilidad de vida. Pero este es también un acto desestabilizador, de des-sujeción y desacato a lo impuesto como destino. Nombrarse otro, con la propia lengua, no como un ornamento sino como la necesidad de separación, de poner un límite entre lo que se ha sido y lo que se puede llegar a ser; detrasvestirse, transfigurarse, un retornar que no es instaurar un tiempo anterior, sino que es una apertura al riesgo de lo frágil, de un estar abierta a devenir otros, impensados.
Catalina Poggio/ Curadora