Apología
del Nómade
Texto
por Hermenejilda Blatt, licenciada en filosofía y artes por el Complutense.
¿Cómo
se podría auto-justificar un andariego, cómo defender a un nómade, hombre que
vive de paso una vida fragmentada, dentro un mundo ya en fragmentación, y
en una época donde el problema, o uno de los problemas más actuales, sea
nuestra dicha fugacidad?
Quizá
aquella investigación lo plantearían los filósofos. Los filósofos (quienes
nunca más fueron amigos del poeta a partir de la defensa tibia de Sócrates)
como fiscales, armarían el caso de los demandantes y de la Prosecución. El
andariego, en cambio, presenta las pruebas para su defensa forense, en forma de
imágenes. No tiene abogados, sus leyes son ajenas y vienen de la poesía.
En
el caso pendiente, el nómade es Arturo Desimone, (Aruba, 1984) dibujante y
poeta, presentando sus dibujos por primera vez en Argentina, país donde también
se considera ciudadano, a pesar de haberse nacido y criado en la isla Aruba del
Mar Caribe. Expuso igualmente en galerías y salas de Ámsterdam, donde tuvo su
muestra unipersonal ''Bestiario como
Auto-biografía'' en la galería Vriend van Bavink. (2018) y es
autor del libro de poesía militante y dibujos ''Poems of the Costa Nostra / Mare Nostrum'', poemario que plantea
una crítica del trato inhumano hacia los refugiados, gitanos y forasteros por
la Unión Europea, publicado este año en Inglaterra por la editorial
independiente 'cartonera' Hesterglock.
Quizá
los problemas de la fugacidad y la fragmentación contemporánea no tienen sus
orígenes en vidas errantes, sino (aunque parezca una contradicción) en la
domesticidad y lo estático. El éxtasis del poeta errante, se opone en su
vitalidad creativa al entumecimiento de la vida estática, la vida que nada por
el mar en contra de la vida flotante, ahondada en los números y las
especulaciones que prometen dar vida pero solo conllevan a más muerte. La
fragmentación actual del capitalismo, que va atomizando los individuos y sus
vidas, es contraria a la fragmentación o la desintegración verosímil, la cual
lleva a producir la lógica distinta de la poesía.
Decía
el filósofo francés Michael Serres, que “Somos en los ruidos del mundo, no
podemos cerrar la puerta a la recepción de ese clamor, y evolucionamos,
envueltos en esa marejada incalculable. Somos calientes, ardemos de vida, y los
focos de ese éxtasis temporario emiten el tumulto sin tregua de su incontable
funcionamiento. En el comienzo está el ruido, el ruido no cesa. Es nuestra
percepción del caos, nuestro modo de aprehender el desorden, nuestro vínculo
con la distribución dispersa de las cosas'' Si bien Serres -quien falleció este mes a los 88-
tuvo razón, solo le faltaba pruebas visibles en forma de dibujo.